El primer camino es encontrar un acuerdo amistoso que resulte suficientemente satisfactorio. El último crear las condiciones para que entre en acción el refrán militar: "a enemigo que huye, puente de plata". Las relaciones horrorosas son para ambas partes. Si el otro no está horrorizado, probablemente el primero exagera, pero si la falta de horror se explica por insensibilidad o extrema dureza, habrá que echar callo y leña, porque solución jurídica para salir indemne antes de un año no existe, si no hay incumplimiento del arrendador que permita la resolución del contrato. Conviene estudiar a fondo la Ley de arrendamientos urbanos.