El contrato es plenamente válido, aunque suspendido hasta el 1 de febrero, y cualquiera de la partes puede exigir su cumplimiento. Los contratos suelen dejar constancia de la entrega de la fianza. Si no es así, el arrendatario puede haberla perdido ya. Sea como sea, si la decisión de renunciar al contrato es definitiva, puede darse por contento con la pérdida de lo entregado.

En cuanto a las mascotas, el arrendador podrá defender su prohibición si consta expresamente en el contrato, pero nada impide tenerlas si no consta.

En cuanto a los suministros, tampoco puede el arrendador impedir que el arrendatario contrate un nuevo servicio como mejor le convenga, pero eso quizá le obligará a más gestiones y gastos de los que desea.

Pues lo mejor es que no empiece el arrendamiento, hágaselo saber al propietario y mejor si hacen constar por escrito el acuerdo mutuo de desistir.