La obligación de ambas partes es cumplir el contrato hasta su vencimiento, lo cual no ocurrirá hasta que termine la prórroga iniciada. Al menos treinta días antes del vencimiento el arrendatario que no quiera renovar debe notificarlo al arrendador. Solo se puede exigir la devolución de la fianza cuando el arrendatario no deja responsabilidades pendientes.

La responsabilidad por un desistimiento unilateral del arrendatario queda limitada a las rentas dejadas de percibir por el arrendador, es decir, el tiempo que la vivienda permanezca vacía, aunque hay muchas sentencias que afirman que el mero hecho de poner de nuevo la vivienda en el mercado de alquiler supone un acto de disposición del arrendador que pone fin a la responsabilidad del arrendatario, por lo que, si éste decide dejar la vivienda, le interesa controlar los anuncios y guardar prueba de su posible aparición en el mercado