Cada uno de los arrendatarios solidarios tiene todos los derechos y obligaciones contractuales como si fuera el único arrendatario, mientras que el mancomunado tiene solo una parte. Ser solidario o mancomunado no depende de que firme uno o firmen varios, pues solo es arrendatario quien firma, sino de cómo lo hacen. Para que haya solidaridad, la ley exige que conste expresamente, pero los tribunales han suavizado recientemente ese requisito y consideran que hay obligaciones en las que se puede presumir la solidaridad cuando del contrato se deduce una unidad de intereses, como es el caso de una familia cuyos dos cónyuges firman un contrato de arrendamiento de vivienda habitual sin especificar si lo hacen solidaria o mancomunadamente. Con ello resuelven los tribunales el absurdo de que un miembro de una pareja que firma el contrato sin la expresa solidaridad tenga menos derechos que si no lo hubiera firmado, pues la ley permite a la pareja del firmante que abandona la vivienda subrogarse en el contrato. Sin embargo, lo normal es que varios arrendatarios que comparten una vivienda sean considerados mancomunados, si no se expresa lo contrario.

Para el arrendatario la mancomunidad tiene la principal ventaja de responder solo de su parte. Los inconvenientes son que el impago de una parte de la renta implica la resolución del contrato entero, y que si un arrendatario abandona la vivienda se considera una cesión de su parte al resto de arrendatarios, con la misma consecuencia de desahucio aunque el arrendatario que permanece pague por todos. Así pues, el arrendatario que cumple y quiere permanecer tendrá que conseguir el consentimiento del arrendador para quedarse como único arrendatario, naturalmente asumiendo todas las obligaciones.

También preguntas si para el arrendador es preferible una firma o dos. Ya he dicho que solo es arrendatario quien firma, de manera que, si solo firma uno y viven dos, se considera un subarriendo. Si el arrendador no lo ha consentido, también es causa de resolución del contrato.