Suministros: afectan a la habitabilidad de la vivienda, por lo que deberían correr a cargo del arrendador. Puede llegarse a un acuerdo para que el inquilino realice las altas de suministros, descontando el importe de la renta, previo pacto escrito.

IBI o "contribución": al igual que los gastos de comunidad, aunque corresponden al propietario, la ley permite a éste repercutirlos al inquilino, por lo que deberá pactarse expresamente en el contrato.

Seguro de la vivienda: no es obligatorio para ninguna de las partes, pero sí muy recomendable. Lo lógico y habitual es que el propietario suscriba un seguro de continente y el inquilino uno de contenido, ambos con responsabilidad civil ante terceros.

Averías: a grandes rasgos todas las pequeñas reparaciones por el uso normal, y los desperfectos causados por el inquilino corren a cuenta de ese. Las grandes reparaciones y las averías estructurales de la vivienda corresponden al propietario, pero habrá de estarse a cada caso concreto.