Aunque todo es posible, es decir, aunque siempre hay un camino que lleva al fin pretendido, la respuesta simple y rápida a esta pregunta es no.

Descartada la necesidad del arrendador o de algún familiar suyo de habitar la vivienda arrendada, que no es propio de alguien que compra un edificio entero, las posibilidades de que el comprador de todo el edificio eche a una inquilina de renta antigua son las mismas que tenía el anterior propietario, en primer lugar la declaración de ruina del edificio, que no depende de él, y en segundo lugar la demolición del edificio para construir otro que tenga al menos un tercio de viviendas más que el actual, pero debiendo reservar a los actuales inquilinos viviendas en el nuevo edificio a cambio de una renta aumentada por los costes de la obra.

Esta vía, además de complicada, exige una notificación previa de la Administración a cada uno de los arrendatarios. Así pues, me inclino por pensar que el nuevo propietario ha comprado como una inversión de futuro, por lo que la arrendataria puede estar tan tranquila como antes de efectuarse la venta.